¿Qué clase de jefe eres, un paraguas o un administrador del caos? ☔️
El arte de ser un buen jefe.
Muchas personas nunca han tenido un buen jefe, incluso muchas llegan a creer que no existe tal cosa como un buen jefe. Muchas han pasado de un trabajo caótico a otro trabajo caótico sintiéndose estresados, insatisfechos e infelices. Es triste, pero cierto.
Algo que uno siempre debe tener en cuenta es que desde el momento en que nos convertimos en jefes o, mejor dicho desde que asumimos posiciones de liderazgo, siempre está y estará “lloviendo”El directorio, la economía, los resultados y las reorganizaciones siempre están a la orden del día, sembrando el caos. La forma en que la mayoría de los gerentes reaccionan es arrojar el caos sobre los de abajo pero se debe tener en cuenta que la lluvia no siempre es para el equipo. Definitivamente hay momentos adecuados para exponer al equipo al caos pero eso es en menos del 10-20% de las ocasiones. Si el equipo está constantemente empapado, la moral se dañará y habrá mucha frustración.
Lo cierto es que algo que diferencia a los buenos jefes de los no tan buenos es cómo transforman el caos en orden:
Solicitudes innecesarias (que no tienen mucho sentido) → objetivos estables y alcanzables
Prioridades poco claras → expectativas y siguientes pasos claros
Reuniones innecesarias y caos ocasionado por avisos y pedidos de último minuto → equilibrio trabajo-vida.
No digo que sean perfectos o que esto siempre se cumple pero los buenos jefes luchan porque así sea y cuando no lo logran, saben y dejan claro que es una excepción.
Los buenos jefes cumplen un rol muy parecido al de un paraguas
#1 Protegen de la lluvia y el sol.
La vida bajo un paraguas es considerablemente más fácil. Aunque el mundo que te rodea está cambiando ante duras condiciones, debajo del paraguas encuentras paz. Un buen jefe hace lo mismo, bloquea las condiciones externas e intenta darle paz a su equipo para que estos puedan trabajar. Los administradores del caos (los no tan buenos jefes) transfieren ese clima hacia abajo.
#2 Son de fácil acceso.
Un paraguas no sirve de nada si es difícil de transportar y almacenar. Lo mismo pasa con un jefe. De nada sirve tener al mejor jefe si este no es accesible, si nunca esta disponible cuando lo necesitas. La capacidad y velocidad de respuesta son fundamentales.
#3. Resisten.
Cuando las cosas no van bien para el negocio, un buen jefe es un paraguas resistente, este se mantiene erguido y firme. Los buenos jefes resisten, mitigan el impacto pero también dan la información suficiente y la guía necesaria para que el equipo pueda hacerle frente y darle la vuelta a los tiempos difíciles.
#4. Práctico
Los grandes jefes están constantemente traduciendo solicitudes locas en pedidos prácticos con accionables claros. Toman los pedidos de los ejecutivos y los convierten en tareas que realmente se pueden lograr. Son realistas, prácticos y buscan dar visibilidad siempre.
#5. Confiable
Un gran jefe no te abandona cuando no lo estás haciendo bien. Un buen jefe está para las victorias y las derrotas. Los administradores del caos van y vienen. Los ves un montón durante dos meses, y luego no los ves durante dos. Los buenos jefes , por otro lado, son constantes, tienen una presencia siempre y por ende transmiten confianza.